SOSÚA, República Dominicana. – En medio del terror del nazismo, Arthur Kirchheimer, un judío alemán nacido en 1909 en Westphalia, logró escapar de Europa junto a su esposa cristiana y establecerse en Sosúa, donde no solo reconstruyó su vida, sino que contribuyó activamente al desarrollo económico y humano de esta comunidad costera.

Padre del conocido residente local René Kitschetman (también conocido como René Arena), Kirchheimer vivió una vida marcada por la resiliencia, el trabajo honesto y la integración cultural. A los 17 años, se trasladó a Hamburgo, donde se convirtió en experto en moda y tejidos, trabajando con casas reconocidas como Christian Dior. Sin embargo, las leyes antisemitas del régimen nazi lo forzaron al exilio.

En 1939 emigró a Luxemburgo, se casó con una mujer luterana —algo mal visto tanto por la comunidad judía como por la cristiana de la época— y posteriormente fue capturado por los nazis. Pasó por varios campos de concentración en Francia, pero logró evitar los campos de exterminio. Finalmente, en 1941, después de una larga travesía, llegó a Puerto Plata con su esposa como parte del acuerdo que permitió el asentamiento de judíos en Sosúa.

🐖 Aportes a Sosúa

En Sosúa, Arthur Kirchheimer se dedicó a la crianza de ganado y cerdos, convirtiéndose en pionero en la mejora genética del ganado porcino al importar nuevas razas mediante trueques informales con marineros en el muelle de Puerto Plata. Esto mejoró significativamente la calidad de la producción cárnica local.

También fue uno de los primeros en establecer rutas de distribución de productos agropecuarios desde Cangrejo hasta Santiago, aunque nunca trabajó directamente para la empresa ganadera. Fue un emprendedor independiente que marcó una diferencia con su constancia.

🕊️ Sosúa: un refugio sin prejuicios

René recuerda que durante su infancia, su padre jamás hablaba del holocausto. “Me crié sin esa carga emocional. Para mí el mundo era Sosúa”, explicó. Fue en su adolescencia en Nueva York donde, a través del cine y la convivencia con otros judíos, comprendió el peso de la historia que su familia había vivido.

En Sosúa no había racismo ni antisemitismo. “Decir que alguien era judío era un punto a favor. Aquí eso se respetaba. Era un privilegio”, dice René. Sin embargo, él siempre rechazó la idea de un pueblo ‘escogido’: “Yo pienso holísticamente. Dios es padre de toda la humanidad. Busco similitudes, no diferencias”.

Arthur Kirchheimer falleció en Sosúa a los 95 años, dejando tras de sí una historia ejemplar de coraje, amor y servicio a una comunidad que lo recibió con los brazos abiertos y a la que él supo devolver con creces.

 

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