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La noche estrellada de van Gogh: historia, importancia y análisis de esta obra maestra del arte

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“A menudo pienso que la noche es más viva y rica en colores que el día”. Con estas palabras, van Gogh anunciaba en una carta a su hermano Teo la finalización de una nueva obra, que con el tiempo se ha convertido en una de sus obras maestras, La noche estrellada.

La noche estrellada de Vincent van Gogh es uno de los cuadros más conocidos de la tradición pictórica occidental y un auténtico testamento emocional del artista holandés. Combinando sueño y realidad, la noche que retrata en 1889 van Gogh en una de sus obras más conocidas se convierte en un espejo de su propia alma y portal en el fuerte torbellino emocional del artista cuando se acerca con tristeza a la fase más crítica de su vida.

la noche estrellada de van gogh

‘La noche estrellada’: contexto histórico

La noche estrellada de van Gogh tiene su origen en un contexto histórico preciso, a saber, la hospitalización del pintor en la clínica de Saint-Rémy de Provence en mayo de 1889. Tras la ruptura en diciembre de 1888 de la relación con su amigo Gauguin –el acto desencadenante de la famosa mutilación de la oreja izquierda– el pintor vive uno de sus períodos más oscuros y acepta internarse en el instituto psiquiátrico. Paradójicamente, esta reclusión resulta ser un período sumamente prolífico para van Gogh, que en un año de estadía crea más de ciento cincuenta cuadros entre los que destaca La noche estrellada.

El tema de La noche estrellada

Pintado entre mayo y junio –la fecha exacta aún es incierta– La noche estrellada retrata el paisaje idealmente visto por van Gogh desde su propia ventana mientras la oscuridad de la noche envuelve el mundo exterior. Un ciprés a la izquierda anticipa la visión del elemento situado en el centro, un pequeño pueblo iluminado en cuyo centro se alza el campanario de la iglesia y una densa vegetación en el lado derecho del cuadro. Sobre este pequeño núcleo residencial se alza un gran cielo estrellado que ocupa dos tercios del cuadro y parece envolver por completo el resto de la composición, captando de inmediato la mirada del observador.

Aunque parte de un contexto real y autobiográfico, la pintura no es una transposición fiel de lo que Vincent Van Gogh vio, sino una idealización e interiorización de él: las emociones contrastantes de Van Gogh emergen con fuerza en La noche estrellada, tan fuertes son las pinceladas que lo componen que sueño y realidad se retroalimentan en una relación simbiótica cuyos componentes suelen ser inseparables e igualmente necesarios.

Análisis de La noche estrellada

Entonces, ¿qué hay detrás de La noche estrellada? Una mente compleja como la de Vincent Van Gogh –que siempre hizo de su arte una forma de expresión auténtica– estaba guiada sobre todo por una fuerte tensión existencial, que intentaba esclarecer para sí mismo mediante la transposición sobre un soporte físico, como la de la noche desolada, donde el hombre a menudo se enfrenta a sus propios miedos y angustias y se necesita muy poco para perderse en el abismo de su propia alma.

El contraste es por lo tanto uno de los elementos principales de La noche estrellada: existe entre el cielo y la tierra –históricamente símbolos de la dimensión humana y de otro mundo, así como de vida y muerte–, unidos por un ciprés idealizado que toma la forma de una llama silueteada que une los dos extremos de la pintura. Así como los opuestos son el plácido pueblo en el centro, una posible referencia al lugar de nacimiento como lo demuestra la iglesia de reminiscencias holandesas, y la vegetación en el extremo derecho que casi parece estar a punto de engullir las pequeñas casas iluminadas.

El elemento dominante de La noche estrellada es sin duda el imponente cielo nocturno, que destaca en gran parte del cuadro, y las numerosas estrellas: la inquietud vital de Van Gogh toma forma gracias al remolino celestial que remite a un río en crecida, un frenesí de emociones al que es difícil encontrar un orden definitivo. En este vórtice destacan los numerosos astros celestes –entre ellos Venus, el lucero del alba– que iluminan el ambiente y el cuadro. Por lo tanto, la naturaleza aparece incontrolable y su poder se convierte en un reflejo del estado de ánimo de van Gogh.

El estilo pictórico de La noche estrellada

Gracias a La noche estrellada, van Gogh se libera del impresionismo para convertir su mirada en un estilo simbólico. La obra transmite un ímpetu vigoroso a través de las pinceladas, nerviosas y portadoras de un trazo arremolinado que sigue el movimiento indómito de la naturaleza. Solo cuando forman los techos del pueblo, en su humanidad tranquila, aparecen líneas oblicuas y pesadas.

Incluso el uso de los colores contribuye a amplificar la fuerza expresiva del cuadro gracias al contraste entre la amplia gama de azules –el ultramar del cielo y el azul cobalto que lo acompaña– y la complementariedad de las tonalidades amarillas y naranjas que componen las estrellas y luces del pueblo. Es precisamente esta yuxtaposición la que permite que La noche estrellada emane su característica luminosidad, pero también transmita los sentimientos de melancolía y soledad que aquejan a quien retrata este paisaje. En cambio, la oscuridad del negro se usa para la vegetación.

La noche estrellada hoy: MoMA

¿Dónde admirar La noche estrellada hoy? El cuadro se conserva en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, del que es una de las obras más conocidas y buscadas. La pintura sigue ejerciendo su fascinación sobre críticos y aficionados al arte o sobre la singular vida de su autor.

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