✍️ Editorial – InfoENN, El Nuevo Norte
Puerto Plata, R.D.- Durante décadas, Sosúa ha sido sinónimo de belleza natural, historia viva y un potencial turístico envidiable. Sus playas, sus cuevas, su herencia judía, y su cercanía con destinos como Cabarete lo convierten en una joya de la costa norte dominicana. Sin embargo, también ha sido víctima de una distorsión prolongada de su imagen, marcada por el auge de la prostitución en sus calles y la permisividad de ciertos sectores.
Este editorial se fundamenta en una verdad histórica y reciente: el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona está cumpliendo lo que prometió. En su primera visita a Sosúa como jefe de Estado, firmó un acuerdo para renovar Playa Sosúa y, en ese mismo escenario, expresó con claridad que el Gobierno intervendría para transformar la imagen de este destino, tanto a nivel nacional como internacional.
Lo que pocos recuerdan es que el propio Abinader fue presidente de ASHORESOCA —la Asociación de Hoteles y Restaurantes de Sosúa y Cabarete—, y desde ese entonces exigía que se enfrentara la prostitución callejera que afectaba el turismo familiar. Hoy, simplemente está ejecutando lo que predicó.
Según fuentes confiables, el mandatario solicitó en varias ocasiones al alcalde de Sosúa, Wilfredo Olivences, que tomara acciones concretas para resolver el problema. Pero el alcalde, con vínculos directos e históricos con negocios de entretenimiento nocturno, discotecas y bares, optó por postergar y evadir. La falta de voluntad obligó al Ejecutivo a tomar control total del proceso.
El detonante: múltiples denuncias, visitas diplomáticas, reclamos sociales y presiones directas desde sectores comunitarios, como la Asociación para el Desarrollo Sostenible de Sosúa, que sostuvo reuniones en Santo Domingo con figuras claves como Jenny Berenice Reynoso y la Ministra de Interior y Policía, Faride Raful, entre otras autoridades. Fue así como nació la Operación Atlántico, una intervención conjunta entre el Ministerio de Interior y Policía y la Procuraduría General de la República, con o sin el respaldo del cabildo municipal.
El objetivo es claro: ordenar el municipio y rescatar su verdadero potencial. Sosúa no es ni debe ser sinónimo de meretrices ni sankipankis. Sosúa es playa, historia, cultura, deportes acuáticos, hospitalidad, inversión y comunidad. La narrativa de que el turismo sexual es el sustento de Sosúa no solo es falsa, sino también ofensiva para quienes sí han apostado por un desarrollo sostenible.
El camino no será fácil. Pero el momento llegó.
Esta no es una guerra contra personas, sino contra el desorden. Sosúa necesita dignidad, planificación, regulación, inversión sana y liderazgo real. Y si ese liderazgo no sale del municipio, tendrá que venir desde la Presidencia de la República.
El rescate ha comenzado. Sosúa lo merece.




