El líder adjunto de Hezbolá, Naim Qasem, acusó este viernes al Gobierno de Líbano de “entregar” el país a Israel por impulsar un plan para desarmar a su organización, y advirtió sobre el riesgo de una “guerra civil”, declaraciones que el primer ministro libanés calificó como “inaceptables”.
Las tensiones se incrementaron tras la guerra de 2024 contra Israel, que dejó a Hezbolá gravemente debilitado, con parte de su arsenal destruido y sus principales líderes diezmados. Pese a haber sido una fuerza dominante en la política libanesa durante décadas, su influencia se ha reducido de forma notable desde entonces.
El 5 de agosto, bajo presión de Estados Unidos y ante el temor de una intensificación de los ataques israelíes, el Gobierno encargó al Ejército libanés la elaboración de un plan para desarmar a Hezbolá antes de finales de 2025. La organización chiita, fundada y financiada por Irán —enemigo histórico de Israel—, es la única facción libanesa que conservó sus armas tras el final de la guerra civil (1975-1990).
Qasem rechazó de inmediato la decisión y responsabilizó al Ejecutivo de cualquier eventual estallido interno. “Este Gobierno está cumpliendo la orden estadounidense-israelí de poner fin a la resistencia, incluso si eso conduce a una guerra civil y a conflictos internos”, afirmó en un discurso televisado.
Sus declaraciones se produjeron apenas dos días después de reunirse con el jefe del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Larijani, durante una visita a Líbano. “La misión del Gobierno es garantizar la estabilidad y reconstruir el país, no entregarlo a un tirano israelí insaciable ni a un tirano estadounidense codicioso”, agregó.
El primer ministro Nawaf Salam respondió de forma tajante a través de su cuenta en la red X: “Todas las amenazas o insinuaciones relativas a una guerra de este tipo son totalmente inaceptables”, publicó, compartiendo un extracto de una entrevista concedida al diario saudí Asharq Al Awsat.
