Con un apretón de manos firme y sonrisas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió este viernes a su homólogo ruso, Vladimir Putin, a su llegada a una base militar en Alaska. La reunión marca una cumbre histórica centrada en la guerra entre Rusia y Ucrania.
Putin no visitaba Estados Unidos desde 2015, cuando se reunió con el entonces presidente Barack Obama. Esta vez, su llegada reviste un simbolismo adicional: es la primera vez que un mandatario ruso pisa suelo de Alaska, antiguo territorio del imperio ruso hasta su venta a EE. UU. en 1867. La región también jugó un rol estratégico durante la Guerra Fría.

Conversaciones privadas y agenda ampliada
Tras un breve intercambio de palabras, ambos líderes ingresaron al recinto donde sostendrán una conversación privada, seguida de una reunión con sus respectivas delegaciones. Se espera que el encuentro, que podría durar varias horas, aborde no solo la guerra en Ucrania, sino también temas de cooperación económica, seguridad global y desarme nuclear.

Antes de aterrizar en Alaska bajo un cielo nublado, Putin hizo una parada en Magadán, en el Lejano Oriente ruso. Allí rindió homenaje a los pilotos soviéticos y estadounidenses que colaboraron en el traslado de aviones durante la Segunda Guerra Mundial, en uno de los momentos más significativos de cooperación bilateral en la historia contemporánea.

Puntualidad y delegación de alto nivel
En un gesto poco común, Putin llegó puntualmente al encuentro, según había adelantado el Kremlin. Lo acompañan figuras clave de su gobierno, como el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov; el ministro de Defensa, Andréi Beloúsov; el ministro de Finanzas, Antón Siluanov; y el representante para la cooperación económica exterior, Kiril Dmitriev, entre otros.



