Una fuerte controversia sacude al municipio de Sosúa luego de que un grupo de regidores, con el respaldo de sectores eclesiásticos tanto evangélicos como católicos, impulsara la eliminación de la estatua taína instalada en el mar en 2020.
La figura, que fue sumergida con un doble propósito —servir de refugio a los corales y convertirse en atractivo para el turismo de inmersión—, hoy se encuentra en el centro de un debate cargado de tensiones culturales, religiosas y ambientales.
El trasfondo del debate
Las playas de Sosúa son reconocidas a nivel mundial por sus arrecifes de coral, ecosistemas vitales para el turismo y la economía local. Sin embargo, los regidores proponen gastar millones de pesos en retirar la estatua, bajo el argumento de que su simbología taína puede considerarse “anticristiana”.
Este planteamiento ha generado reacciones encontradas:
• Quienes se oponen denuncian que se estaría atentando contra la memoria cultural y la biodiversidad marina.
• Quienes apoyan la medida consideran que la simbología ancestral no encaja con valores religiosos del presente.
La ironía
Mientras se plantea eliminar un símbolo cultural y ambiental, persisten los retos reales de Sosúa: la protección de los corales, la promoción del turismo sostenible y la preservación de la identidad histórica.
Como señalan voces críticas:
• Se invierte en destruir, no en proteger.
• Se arriesga el turismo de inmersión, en lugar de potenciarlo.
• Se ataca la memoria de los taínos, cuando lo poco que queda son símbolos, estatuas y pictografías.
¿Qué Sosúa queremos?
El debate abre una pregunta fundamental: ¿Queremos un Sosúa que brille en el mundo por su cultura, biodiversidad y turismo sostenible? ¿O un Sosúa que se niega a sí mismo, que borra sus raíces y despilfarra recursos en eliminar lo que debería defender?
La estatua taína, señalan los defensores, debe permanecer en el mar, protegiendo los corales, atrayendo visitantes y recordando a todos de dónde venimos.