El protagonismo de los inmigrantes en Nueva York se muestra en todos los ámbitos y el deporte no es la excepción.

El mexicano Jacob Hoyos estará este domingo 17 de marzo en la línea de partida entre los más de 25,000 corredores de la United Airlines NYC Half, la media maratón que va de Brooklyn a Manhattan y finaliza en Central Park.

Esta es una de las 60 carreras para adultos y jóvenes que la organización sin fines de lucro New York Road Runners, promueve durante el año.

Jacob tiene más de tres décadas corriendo en la Gran Manzana, la media maratón de este domingo será la competencia número 169 como miembro del NYRR, incluidas 18 maratones de la ciudad de Nueva York.
“Siempre he trabajado en el área de restaurantes en Manhattan y cuando volvía a casa en las mañanas, me llamaba la atención ver gente corriendo en el Central Park. Admiraba eso y un día me decidí a hacerlo también”, cuenta Jacob.

Llegó a Nueva York cuando tenía 17 años con la idea de trabajar para ayudar a su familia a salir adelante, su plan fue sólo quedarse un par de años y luego regresar a Ciudad de México de donde es originario.
“Eran jornadas de diez y hasta doce horas. Me sentía abrumado de trabajar hasta que dije: esto no es vida. Así que empecé a correr para hacer algo diferente”, continúa narrando Jacob, que ahora tiene 51 años y vive en Washington Heights.

Cómo empezó todo

Al principio Jacob corría distancias cortas, hasta que poco a poco, con la ayuda de Michael Janatta, un amigo que era ‘bartender’ en el mismo restaurante donde él trabajaba, le fue tomando el pulso hasta atreverse a una maratón.
“Michael llenaba mis aplicaciones, yo solo me presentaba a correr. Así fue como empezó todo, hasta que corrimos juntos la maratón de 1994, para él fue la primera y la única, para mí, el inicio de un largo idilio con este deporte”, recuerda Jacob.

Las maratones que cuentan

Jacob Hoyos muestra orgulloso su medalla tras finalizar la maratón de NY./Cortesía

Jacob asegura que en realidad ha corrido 24 maratones de la ciudad de Nueva York…en las primeras fue registrado con otros nombres porque era ilegal, posteriormente con sus papeles en regla, ha corrido 18, que son las que cuentan oficialmente.

“La vida de un inmigrante es esa, no existimos mientras no arreglemos los papeles…es duro, pero la disciplina te hace fuerte y te lleva a alcanzar metas”.
Esa es la gran lección que Jacob asegura le ha dado este deporte, fijarse objetivos, tener motivación y a vivir con una finalidad.

Así fue como dio otro paso que lo llevaría a complementar su estabilidad en la ciudad: conoció a su esposa Kathy, ella es originaria de Laos, tienen dos hijos; el mayor de 16 años, se llama Jacob como él y, el segundo de 11 años, Miles, que en español significa millas, sin duda para confirmar la pasión que siente por correr.

Jacob se emociona cuando habla de sus hijos, dice su mayor satisfacción es que lo acompañen a correr, sin embargo, reconoce que ellos prefieren jugar fútbol o practicar otros deportes.

“Respeto sus preferencias, estoy satisfecho con que sean activos y sean disciplinados. Lo que importa es que tengan hábitos saludables, no que sean iguales a mí. Pienso que algún día van a apreciarlo, por ahora creo que les estoy dando las bases. Cuando eres joven, muchas cosas no te gustan, pero, cuando maduras, haces lo que hicieron tus padres”.

Como anécdota Jacob recuerda que hace siete años fue a visitar a su familia y coincidía que por esos días se corría la maratón de Ciudad de México. Uno de sus hermanos lo animó y corrieron juntos.
“Fue una experiencia inolvidable. Crecí viendo cada año a miles de corredores pero no imaginé que también estaría allí, ahora mi sueño es correr algún día la maratón de Berlín”.

Jacob no se imagina sin hacer lo que más le gusta que es correr. Se siente aliviado después que la NYRR dispuso que quienes hayan corrido más de 15 maratones, no tienen que hacer el proceso de clasificación sino que califican automáticamente.

“Por mi trabajo me resultaba muy fuerte completar la serie de nueve carreras para clasificar. Algunas veces tuve que ir directamente a correr después de trabajar y muchas veces sin dormir. Ahora tengo mi acceso asegurado todos los años”.

Necesitamos motivación

De izquierda a derecha, Miles, Cathy, Jacob y Jacob Jr. Una típica familia neoyorquina multicultural./Cortesía

Jacob ve con preocupación la vida sedentaria que llevan los jóvenes inmigrantes hispanos e incluso muchos nacidos aquí, en el entorno de  bares y restaurantes.
“El ambiente y la rutina se prestan para fomentar la obesidad y el alcoholismo entre los trabajadores latinos. Te tomas una cerveza y luego sigues tomando, lo mismo ocurre con la facilidad que tienes para comer”.

Sugiere que es necesario promover el espíritu de hacer ejercicios. Cree que la razón de emigrar es para construir una mejor vida, salir adelante y ayudar a la familia que quedó en el país del que vinieron.
“A los chicos que trabajan conmigo les trato de inculcar hacer deporte. Los invito a correr, pero, van una o dos veces y se rinden. Es necesario romper esa barrera, al principio te duele todo, pero luego le vas agarrando el gusto, es una pasión que tienes que sentir por lo que haces, sino no funciona”.
Jacob dice que hoy se siente mejor que cuando era un veinteañero. Tiene diabetes tipo 2 y sostiene que gracias al ejercicio, puede controlar la enfermedad.

El año pasado sufrió una lesión en uno de sus pies y no pudo correr por más de seis meses, como resultado, el nivel de azúcar aumentó en su cuerpo y su médico le quiso duplicar de inmediato la medicina.

“Mi respuesta fue negarme a más medicina. Hice terapia, me recuperé y volví a correr y se reguló mi glucosa. El cuerpo es inteligente, te pide cosas saludables y rechaza lo que sabe que  le hace mal”, dice convencido.

Los efectos de la pandemia

Jacob recuerda que durante la pandemia veía a muchos hispanos bebiendo alcohol en las calles, ya sea porque perdieron sus trabajos o porque murieron sus familiares. Eso le partía el corazón.
“Entiendo que es difícil pero no imposible sobreponerse. Mi consejo en esos momentos y siempre es que encuentren algo que los motive. No tienen que correr necesariamente, cualquier deporte es la mejor terapia, el ejercicio se vuelve una adicción y tu cuerpo te lo pide”.

Jacob concluye insistiendo sobre el cambio que experimentó su vida después que empezó a correr.
“Estuve a punto de caer en un abismo pero pude salir gracias al deporte. El ejercicio te llena de energía, voy a correr y me siento con ganas de vivir, fresco para trabajar, con buena actitud ante los demás y eso es una bendición”.

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