Viernes 3 de octubre de 2025. – En la historia reciente de la bachata dominicana hay dos nombres que resuenan con fuerza: Luis Vargas y Antony Santos. Ambos artistas, considerados pilares del género moderno, compartieron escenario en sus inicios, pero con el paso de los años su relación se convirtió en una de las rivalidades más comentadas dentro del ámbito musical.
Los orígenes: “mi güirero”
Luis Vargas ha repetido en entrevistas y escenarios una frase que resume parte de su reclamo histórico: “Me siento bien, porque Antony Santos fue mi güirero”. En efecto, a finales de los años 80, Santos trabajó como músico acompañante en la agrupación de Vargas, experiencia que le sirvió de trampolín para dar inicio a su carrera como solista.
Diversas fuentes musicales coinciden en que Santos comenzó tocando la güira y aprendiendo guitarra bajo la influencia de Vargas, quien ya era conocido como “El Rey Supremo” de la bachata. Este vínculo inicial es utilizado por Vargas como argumento de autoridad para recordar que el hoy reconocido “Mayimbe” alguna vez fue su pupilo.
La separación y el ascenso de Santos
Con el tiempo, Antony Santos decidió emprender camino propio. Su estilo romántico y una imagen distinta a la bachata tradicional lo catapultaron rápidamente al estrellato en la década de 1990, llegando a ser considerado uno de los grandes renovadores del género.
Este ascenso, sin embargo, no estuvo exento de tensiones. La separación marcó un distanciamiento que con los años se alimentó de declaraciones públicas y comentarios en programas de televisión y radio.
Declaraciones cruzadas y contradicciones
Luis Vargas no ha dudado en expresar críticas directas hacia Santos, a quien en ocasiones ha tildado de “temeroso”, asegurando que evita coincidir con él en presentaciones. También lo ha señalado como alguien que “no reconoce” el rol que jugaron sus inicios junto a su agrupación.
En redes sociales se han viralizado videos donde Vargas llama a Santos “campesino” en tono despectivo, o insiste en que le debe parte de su éxito a esa primera etapa. Estas expresiones han alimentado la percepción de un conflicto personal más allá de lo artístico.
Por su parte, Antony Santos rara vez responde de manera frontal a los señalamientos de Vargas. Su estilo ha sido mantenerse distante de las controversias públicas, concentrándose en su carrera y en los millones de seguidores que respaldan su trayectoria. Esa falta de réplica ha generado más especulación y ha dado pie a que las palabras de Vargas tengan mayor eco en los medios.
Momentos de encuentro
A pesar de las diferencias, la historia también registra instantes de colaboración. Uno de los más recordados fue el tema “Debate de 4”, donde participaron juntos junto a Raulin Rodríguez y Teodoro Reyes, en un verdadero homenaje a la bachata moderna.
Estos episodios demuestran que, más allá de la rivalidad, ambos han contribuido a forjar la identidad del género que hoy es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Rivalidad que trasciende lo musical
El enfrentamiento entre Vargas y Santos no solo habla de egos y declaraciones cruzadas, sino también de la lucha por el reconocimiento en un género que pasó de ser marginado en los bares populares a conquistar escenarios internacionales.
Luis Vargas insiste en recordar que fue pionero y maestro; Antony Santos se ha consolidado como una figura que llevó la bachata a un nivel de sofisticación y masividad sin precedentes. Dos narrativas que se cruzan, se contradicen y, al mismo tiempo, se complementan en la construcción de la historia musical dominicana.