Puerto Plata.- Bajo el sol del Atlántico y el verdor de las colinas, los suelos agrícolas de Sosúa siguen siendo una de las mayores riquezas naturales del municipio. Durante décadas, esta tierra ha sostenido la producción de plátanos, yuca, batata, frutas tropicales y pequeños cultivos de cacao que representan el sustento de muchas familias.
Sin embargo, hoy esos suelos enfrentan un desafío creciente: el avance urbano y las malas prácticas agrícolas.
En comunidades rurales como Los Charamicos, La Unión y Bella Vista, se encuentran los terrenos más fértiles del municipio: suelos de clase II y III, con buena capacidad de drenaje y alto nivel de fertilidad. En ellos, el trabajo agrícola continúa siendo una tradición viva. Más hacia las zonas altas, los suelos de clase IV a VI muestran limitaciones por pendiente y erosión, pero aún se usan para pastoreo y cultivos menores.
“La tierra de Sosúa tiene buena fuerza, pero si no se cuida, se agota”, comenta un agricultor local con más de 30 años de experiencia.
Esa advertencia cobra sentido: en varias zonas cercanas al centro y a la carretera turística, los terrenos agrícolas están siendo sustituidos por proyectos inmobiliarios y construcciones turísticas, alterando la vocación natural del suelo y afectando su equilibrio ambiental.
El uso intensivo de agroquímicos, junto con la deforestación en áreas de pendiente, ha reducido la calidad del suelo y su capacidad de retención de agua. Según técnicos locales, la superficie agrícola útil de Sosúa ronda las 4,500 hectáreas, distribuidas entre terrenos llanos y de ladera, pero cada año se pierden por urbanización, contaminación y mal manejo de residuos.
Para contrarrestar este deterioro, se promueven técnicas de agricultura sostenible como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos, la siembra en curvas de nivel y la reforestación en zonas degradadas. Además, organizaciones comunitarias y escuelas agrícolas locales impulsan jornadas de educación ambiental orientadas a la conservación del suelo.
“Si el suelo se pierde, se pierde todo”, afirma una productora de Bella Vista. “Sin tierra fértil no hay comida, y sin comida no hay vida”.
El futuro agrícola de Sosúa depende hoy más que nunca de la conciencia colectiva para proteger su mayor tesoro: la tierra que nos alimenta.




