En pos de comer mejor y llevar una alimentación más equilibrada, muchas personas optaron, en el último, tiempo por dejar las harinas. Es que son un grupo de alimentos estigmatizados, tanto por su efecto en el peso corporal, como por su reciente evidencia de que serían perjudiciales.

En ese punto, suele “meterse en la misma bolsa”, como suele decirse, a todas las harinas, cuando en verdad son las harinas refinadas las que habría que reducir o eliminar para cuidar la salud en general.

Pero lo cierto es que, cuando en la actualidad se habla de “dejar las harinas”, se hace referencia a todos los alimentos que contienen almidones, entre los que se incluyen pan, galletitas, pastas, papa, maíz y sus derivados, batata y otros tubérculos, arroz blanco, azúcar y productos que contengan azúcar.

Según la médica especialista en Nutrición, Mónica Katz (MN 60164), directora de la diplomatura de Obesidad en Universidad Favaloro, del Centro Dra. Katz y miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN),“en este momento se asiste a un fenómeno único de ‘carbofobia’ nunca antes visto”.

“Le tenemos miedo a las harinas, y las harinas son un alimento ancestral, bíblico -aseguró consultada por Infobae-. Nunca antes en la historia de la humanidad se ha tenido tanto temor a un grupo de alimentos como en la actualidad sucede con los cereales”.

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