Nagua. — La situación desnuda la cruel realidad de lo dañino que puede ser el ser humano con el medioambiente: toneladas de desperdicios lanzados a los ríos terminan arrastradas hasta las playas, donde las olas los devuelven en forma de plásticos, botellas, latas y todo tipo de basura.
Las imágenes recientes de Playa Los Gringos, en Nagua, muestran una costa completamente cubierta de desechos, a pesar de ser una de las playas más limpiadas por voluntarios en República Dominicana. El reclamo es contundente:
“¡El vertedero de Gringo! Perdón… ¡Playa Gringo! Yo no limpio más playas 🧤”.
Cada vez que llueve 🌧️ y las comunidades se inundan, resurgen las conversaciones sobre cambio climático, gestión de residuos y contaminación ambiental. Pero tan pronto vuelve el sol ☀️, todo queda en el olvido, hasta la próxima tormenta.
El patrón es el mismo: indignación momentánea, publicaciones virales y promesas oficiales que se diluyen con el tiempo. Mientras tanto, el Estado asiste a cumbres internacionales ✈️, habla de sostenibilidad y busca financiamientos 💴 que pocas veces se traducen en acciones concretas en las comunidades.
Los activistas denuncian que las leyes ambientales no se aplican, la producción de plásticos aumenta y las sanciones son escasas o inexistentes 🏭.
Y aunque valoran las jornadas de limpieza, reconocen que su propósito inicial —visibilizar la problemática— ya fue cumplido.
“No limpio más playas para que otros sigan ensuciando sin consecuencias y para que el Estado siga sin hacer nada”, expresan de forma tajante.
Este llamado se convierte en una exigencia colectiva:
¡Queremos políticas ambientales serias, educación ecológica real y acciones sostenibles! ♻️✊🏽





